A
propósito de la petición de perdón del presidente de México López Obrador por
las culpas del Vaticano y España en la
colonización
¿Fue salvaje la colonización española?
¿Quiénes eran los indios aztecas que conquistó -y civilizó- Hernán Cortés? ¿Se
puede juzgar con ojos del siglo XXI lo que paso hace 500 años, o 300 o 100,
cuando no había ninguna declaración universal de derechos humanos? ¿Cuál fue la
moral pública de los imperios europeos y asiáticos a lo largo de los siglos?
¿Cómo juzgar hoy la historia de siglos y milenios anteriores?
Podríamos ir encadenando interrogantes hasta
terminar el artículo. En una época como la nuestra en la que la labor de un
gobierno, el que sea, se puede condensar en un tuit o en un Facebook, hace muy
difícil la objetividad en los juicios históricos. ¿Qué sabemos del Imperio Persa,
o de Grecia, de Egipto, de Roma, de China, de Rusia, de España, de Francia y de
la colonización en general? ¿Qué sabemos?
Hay una cosa cierta: el hombre desde la caída
de Adán y Eva, ha manifestado sus imperfecciones de modo permanente a lo largo
de la historia. Dicho de otra manera: el hombre ha cometido errores, crímenes (desde
Caín contra su hermano Abel) hasta llegar al nazismo de Hitler y al comunismo
de Stalin, y al Estado Islámico. Y hoy siguen moviéndose por todo el cuadrilátero del mundo guerras,
migraciones, odios desenfrenados, asesinatos, migrantes, refugiados, racismo,
etc., etc. En fin, que los derechos humanos son vulnerados en muchas partes.
Cuando se lanza una petición de perdón como lo
hizo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, normalmente no sirve
para buscar la concordia, en cambio sirve para echar leña al fuego, azuzar
nacionalismos, distraer la opinión de otros hechos del día a día. ¿Va a pedir
perdón los Estados Unidos por lo que han hecho en América Latina, o en el
Vietnam, o en el Oriente Medio, o en Corea…? ¿Lo va a pedir Francia por hechos
semejantes? ¿O Gran Bretaña, Rusia, China, etc.?
Es fácil pinchar en las partes más débiles del
cuerpo del mundo, como lo son la Iglesia Católica o España. López Obrador sabe
que no va a tener “represalias”. El diario mexicano “El Universal” informa que el papa Francisco, al igual que san Juan
Pablo II, ya pidieron perdón por el daño que la Iglesia pudo causar a las
poblaciones indígenas:
"Al igual que san Juan Pablo II –dijo el
papa Francisco en 2015 en Ecuador-- pido que la Iglesia ‘se postre ante Dios e
implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos'. Y quiero
decirles, quiero ser muy claro, como lo fue san Juan Pablo II: pido
humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los
crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de
América".
En diplomacia, como en política, es bueno
tener el don de la oportunidad, del que se carece no pocas veces, y del que el
Vaticano es un maestro. Lanzar esta afirmación por parte del presidente López
Obrador cuando en España está a un mes de las elecciones generales, es,
queriendo o no, entrar de lleno en la campaña electoral de un país amigo, lo
que genera pasiones, descalificaciones y exacerbación de los ánimos
nacionalistas, que no es nada bueno para fomentar la amistad, la cooperación y
las buenas relaciones entre dos países hermanos.
El ex presidente mexicano Vicente Fox ha
declarado que lo dicho por el presidente actual es “un disparate”.
Además, en la misma rueda de prensa en que
solicitó al Rey de España y al Vaticano que pidieran perdón, el presidente
Mexicano, a preguntas de periodistas, evitó hablar del gran muro que está
levantando Donald Trump en la frontera con su país.
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