Se han rechazado los presupuestos de la Generalitat de
Catalunya para el 2016. Se puede decir que estamos al final de otra legislatura
catalana, que no ha durado ni un año y provoca una gran decepción en el mundo
independentista por no haber creado “estructuras de Estado”. Hacer depender la
independencia de Catalunya de los antisistema de la CUP era una quimera.
Ciertamente existía un pacto de estabilidad parlamentaria entre
Junts pel Sí y la CUP, pero como dijo Miquel Roca esta semana no se sabía bien
qué se entendía por estabilidad, pues unos entendían una cosa y otros otra.
Además, el vicepresidente económico, Oriol Junqueras, presentó unos
presupuestos sin haberlos negociado con nadie. Grave error.
Carles Puigdemont, tras consultar con Artur Mas el pasado
fin de semana, decidió romper con la CUP y se puso un as en la manga: moción de
confianza en septiembre. Y volvemos a empezar. Puigdemont quiere ganar la
moción y reivindicarse a sí mismo y dejar de ser el inquilino del Palau, un
inquilino de segunda mano que accedió al cargo casi de rebote. Le valió su gran
amistad con Oriol Pujol, el hijo del ex president, hoy procesado.
Y la pregunta del millón: ¿con quién negociará Puigdemont la
confianza si no es con la CUP? Los otros partidos ya han dicho que o deja el
“procés” o no hay nada que hacer. El president dice que lo último que hará será
abandonar el “procés” hacia la independencia. Ciertamente la CUP está dividida
y su sino tanto con Artur Mas como con los presupuestos es el empate entre sus
socios.
Por otro lado, Puigdemont no puede convocar elecciones,
porque no ha pasado un año desde que se convocaron las últimas (fue el 3 de
agosto de 2015) y debe cumplir la legalidad. Además, debe ganar tiempo y a ver si en España gana
Podemos el 26-J y se pueda convocar un referéndum en Catalunya o encuentra
otras alternativas. Lo último es dimitir y convocar elecciones.
En un país normal, cuando el parlamento tumba unos
presupuestos lo normal es que dimita el gobierno. Aquí no es así, primero por
imperativo legal (no ha pasado un año) y segundo porque el compromiso de Junts
pel Sí es llevar a Catalunya a las puertas de la independencia en 18 meses.
Con la prórroga de presupuestos, se quejó Puigdemont,
Catalunya no podrá crear “estructuras de Estado” y por tanto la conselleria de Raül Romeva, el Conseller de Exterior y de
Relaciones Institucionales, o Ministro de Exteriores de Catalunya, se quedará sin
fondos. O sea que no preocupa tanto que no puedan llevarse a cabo políticas
sociales, sino que no pueda avanzarse en la creación estructuras de Estado,
pues si lo importante fueran las políticas sociales, encontrarían rápidamente
otros socios de gobierno.
La culpa de todo ello para Junts pel Sí es de la CUP, cuando
la culpa es no haber ganado el plebiscito del 27 de septiembre propuesto por
Artur Mas. Para la independencia solo podían contar con la CUP. Por eso ahora
la situación ha creado una gran decepción.
Del resultado de las elecciones del 27-S, sin una mayoría
social se quiso fabricar una independencia a partir der una “hoja de ruta”. Los
independentistas han quedado frustrados, porque se puso en el mismo saco
independentista a Junts pel Sí y a la CUP, pero peras con patatas no suman. La
CUP es radical de izquierdas y le molesta que los convergentes sigan en el
poder en Catalunya.
Los socialistas y los de Podemos (Catalunya sí que es pot)
ya plantearon a Junts pel Sí que podían contar con ellos en la aprobación de
los presupuestos, siempre que abandonaran “el procés” hacia la independencia. El
gobierno catalán presentó unos presupuestos sin haberlos negociado con nadie.
Otros error, pero es que son muchos los errores.
El independentismo parece dar marcha atrás y ahora reclama
el referéndum, como hace Podemos. El
“procés” hacia la independencia, dicen los de Junts pel Sí, no está muerto,
aunque sí “tocado”. Una gran decepción.
Comentarios
Publicar un comentario