
En Manresa la CUP, esta vez en asamblea deliberativa, dijo de nuevo “no” a Artur Mas como presidente de la Generalitat. Es el tercer “no”. Mas representa el pasado, representa la corrupción, los recortes, la economía de mercado, un europeísmo capitalista, que no encaja con los anticapitalistas. Y no fue por escaso margen, sino por el 65 por ciento de los votos (834) frente a un “sí condicionado” de 434 votos.
Antonio Baños dijo el lunes por la mañana
que el “no” a Mas no es definitivo del todo, pues hay una nueva asamblea el día
27 de diciembre para volver a decidir sobre el tema de la investidura.
¿Por qué ha dicho que “no” a Mas, cuando
los de Junts pel Sí, lo veían tan claro el 27 de septiembre por la noche?
Porque la manera que tiene la CUP de entender la política no es homologable con
la de Junts pel Sí. Junts pel Sí quiere la independencia en 18 meses, sí o sí,
mientras que la CUP se plantea una independencia dentro de una revolución,
dentro de una “república social, feminista, ecologista y acogedora de los
refugiados”, como dijo David Fernández en asamblea del domingo; el David que
abrazó efusivamente a Artur Mas en la tarde del simulacro de referéndum del 9-N
del año pasado 2014.
Para la CUP tan importante y urgente es
la independencia como la revolución o cambio radical de todas las estructuras
capitalistas de la sociedad catalana, y también la extensión de esta revolución
a los “Països Catalans”, extendiendo ésta a Valencia, Baleares, Rosellón y la
Franja de Aragón. No es el “todos unidos por la independencia” que pensaba
Junts pel Sí, sino que la independencia no tiene sentido, para la CUP, sin un
cambio radical de estructuras políticas, económicas y sociales en Catalunya.
Los resultados electorales hay que leerlos bien, y el voto de la CUP es
distinto del voto de Junts pel Sí. La CUP ha sido coherente.
¿Qué va a pasar ahora? Está claro que no
habrá investidura, al menos hasta después de las elecciones del 20-D. El
Parlament de Catalunya entra en un periodo de inactividad a partir de esta
semana en que comienza la campaña electoral para las elecciones generales
españolas, donde todos los partidos --menos la CUP que nada quiere saber con
España-- se presentan tanto en el Congreso como en el Senado.
Y otros dos hechos hay que reseñar al
“no” de la CUP a Mas: a la formación anticapitalista no le importa demasiado ir
a elecciones anticipadas, primero, y segundo que serán los últimos en levantarse
de la mesa de negociación para investir a un/una President/a. Lo dijeron muy
claro: hay que negociar el qué y el cómo, y el quién está al final.
¿Estará Junts pel Sí dispuesto a ceder
aún más para acercarse a la CUP? Artur Mas dijo que no sería investido a
“cualquier precio”, y en este sentido fue a hablar con empresarios –algunos grandes
ya se han ido de Catalunya ante el lío político que han montado—para
tranquilizarles, que una vez investido las cosas irían por el camino recto.
Pero las cosas ya se han torcido con la resolución parlamentaria de
“desenganche” de España contra la legalidad vigente.
¿Y qué dicen las demás fuerzas? Los demás
partidos dicen que a Artur Mas le ha tocado el momento de irse, que su tiempo político
ha terminado, y que deje de obstinarse por la poltrona de la Presidencia. A
nadie le importa—en la oposición—ir a elecciones anticipadas (las terceras con
Artur Mas).
Entre las filas de Junts pel Sí,
especialmente en el sector convergente, hay malhumor, malestar, y temen que
desde la cúspide de la formación política se tomen decisiones inasumibles para
algunos diputados. Artur Mas tampoco puede tensar mucho la cuerda en
concesiones, si quiere mantener la unidad del grupo parlamentario. Todo el tema
del “procés” solo podrá salir del
atolladero con un recambio democrático y que ganen las elecciones partidos no
nacionalistas, como pasó en Euskadi. Si no daremos vueltas y vueltas sobre lo
mismo y la división social cada vez más aguda.
Por su parte, el presidente de la
Assemblea Nacional de Catalunya --que hoy es una franquicia de Junts pel
Sí—Jordi Sánchez, urge a la CUP a acordar la investidura, pues cada día que
pasa es día perdido para el proceso.
Artur Mas aguantará hasta el final,
porque según él, “no hay marcha atrás”, y mucho nos tememos que habrá
elecciones anticipadas. El lío está servido y cada vez más gordo. Al cantante
Lluís Llach, cabeza de lista de Junts pel Sí por Girona, le han cantado algunos
la canción que él compuso: “la gallina ha
dit que no, visca la revolució!”.
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