Lufthansa no controla a sus pilotos, pues en caso contrario
no hubiera volado como copiloto en un Airbus 320 Andreas Lubitz, quien estrelló
“voluntariamente”, según el fiscal de Marsella, su avión en los Alpes, tras
encerrarse solo en la cabina de mando.
Lufthansa dijo que el piloto “estaba al cien por cien en
condiciones de volar” y dijo también que sus análisis médicos y psicotécnicos a
los pilotos “son los mejores del mundo”. Sin embargo, el piloto de 28 años, Andreas Lubitz,
resulta que estaba en tratamiento psiquiátrico y además, para más inri, tenía un
problema en la vista que le hubiera impedido volar. Todo eso lo escondió el
piloto alemán, en plantilla de la filial de Lufthansa, Germanwings, desde hacía
tres años.
La policía ha encontrado psicofármacos en su casa, y su exnovia,
cuyo nombre no interesa en este escrito, ha declarado que tenía flujos
megalómanos, como que quería ser una persona importante, un actor mundial, una
persona que la historia debería recordar. ¿Y nada de eso fue detectado por la
compañía de bandera alemana? Tendrán que revisar sus métodos de control médico
y psicológico de sus pilotos. A lo mejor anda otro enfermo mental suelto a
bordo de algún Airbus de Lufthansa. La compañía debería decir algo al respeto.
La compañía alemana tendrá que revisar pronto sus controles médicos y psicológicos
a los pilotos en atención, no solo a los 149 muertos provocados por el piloto
enfermo de la mente y de la vista, Andreas
Lubitz, sino en atención también a todos los pasajeros que vuelan y volarán en
esta compañía y sus filiales a partir de ahora.
Ahora ya sabemos la causa del accidente, o al menos la hipótesis
más creíble: la megalomanía del copiloto y su miedo a perder su empleo si se
descubrían sus enfermedades, escondiendo los partes médicos y los psicofármacos.
Ciertamente que hay un problema económico relacionado con
las aseguradoras de la compañía Lufthansa, con el fin de determinar las causas
últimas del crash del avión A320 en
los Alpes. Sin embargo la economía no debe ser preminente cuando todos los días
esta compañía transporta millares y millares de pasajeros por todo el mundo.
La constructora del Airbus respiró profundamente cuando
conoció la presumible causa del gravísimo accidente, pues en Europa el Airbus
es considerado un avión seguro y es el más utilizado en vuelos continentales.
El miedo a volar, cuando se supo el accidente, se multiplicó por cien, al saber
que era un Airbus el que había caído en los Alpes.
La rapidez en encontrar las caja negra y la rápida
declaración del fiscal de Marsella sembraron una gran tranquilidad a todos los viajeros
que utilizaban el Airbus en los próximos vuelos, los cuales se multiplican estos
días por Semana Santa.
Uno de los problemas dolorosos que crea este accidente es
que la investigación durará muchos meses. Es una ventaja que esta investigación
corra a cargo o esté dirigida por las autoridades francesas, las cuales
cuidarán mucho de hacerlo bien en beneficio de sus relaciones con Alemania.
Mientras tanto, los familiares de las víctimas deberán
esperar y no podrán dejar de mantener viva la imagen del accidente que tanto
los medios como la actividad judicial les recordará una y otra vez. En España
no se podrá olvidar a los 50 pasajeros españoles que viajaban de Barcelona a
Düsseldorf.
También durísimo es para los padres del copiloto autor de la
masacre, así como para la última novia de este que se ha refugiado con sus
padres en un lugar desconocido en Alemania.
A partir de ahora –lo anuncian ya estos días en todos los
vuelos de las compañías europeas—ya nunca más irá solo un piloto en la cabina
del avión. Nunca hubiera tenido que ir sola una persona en la cabina como establece
la aviación norteamericana. Esto significa que las directivas europeas sobre
vuelos continentales deberán someterse a revisión para garantizar una mayor
seguridad a los pasajeros.
Esta tragedia en los Alpes ha hecho perder credibilidad a Alemania, orgullosa siempre de que todo lo hace bien y que sus
métodos son inapelables. Una cura de humildad para los germanos no va mal de
vez en cuando, pues son tan vulnerables como los demás, aunque no lo quieran
reconocer.
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