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Los cumpleaños de cardenales, arzobispos y obispos residenciales
son motivo de especulaciones cuando llegan o superan la edad de los 75 años,
que es cuando el Derecho Canónico establece la obligatoriedad de presentar su
renuncia al Papa. Esta vez le ha tocado al cardenal de Barcelona, Lluís
Martínez Sistach, quien el 29 de abril,
justo antes del puente del primero de mayo, cumplió 77 años. El cardenal
Antonio María Rouco Varela cumplirá los 78 en el mes de agosto, un mes vacacional
y propicio para que surjan rumores de todo tipo.
Los
rumores se centran no son los de la aceptación de la renuncia por parte del
Papa, sino en quién será el sustituto, lo que crea fervores o inquietudes. Las
archidiócesis de Madrid y Barcelona son las más importantes de España, no solo
en el ámbito religioso, sino por el peso político que tienen, cada uno en su
respectivo territorio. Y cuando estos rumores son publicados a grandes
titulares generan expectación y aumentan la credibilidad del rumor. Y sin
embargo son rumores.
Personalmente
me sorprendió el rumor, porque tras la canonización de los dos papas, san Juan
XXIII y san Juan Pablo II, se comentaron muchas cosas en Roma, pero –al menos
que yo sepa-- nada se dijo de las archidiócesis de Madrid y Barcelona. Estaban
presentes en estas canonizaciones unos 150 cardenales y un millar de arzobispos
y obispos. Entre ellos estaban los cardenales Rouco Varela y Martínez Sistach, tranquilos
y contentos.
En
estos momentos, en el pensamiento del papa Francisco está la evangelización del
Tercer Mundo, sus viajes a Jerusalén y Corea, la situación del paro juvenil en
todo el mundo, y muy particularmente la situación de la pastoral de la familia
que será objeto de estudio y profundización en el próximo Sínodo Extraordinario
de Obispos del próximo mes de octubre, y en el Sínodo Ordinario del año
próximo. También preocupan las desigualdades entre los países, la pobreza, encontrar
soluciones para quienes son más débiles en nuestras sociedades, los niños y los
ancianos. Otro tema principal para el Papa es la reforma de la Curia Romana,
cuyos primeros pasos ya ha dado.
La paz
en el mundo está muy presente en el Papa y en el caso concreto actual está el conflicto de Ucrania y los conflictos en África, Siria, Afganistán, Venezuela y
otras regiones del planeta. Son motivos de preocupación, de oración y de acción
del Papa siempre a favor de los menos favorecidos.
Así
pues, y vista la buena salud de los arzobispos de Madrid y Barcelona, la
sustitución de estos ocupa un lugar lejano, dicen mis fuentes romanas. En el
caso de España, cuentan mis fuentes, la renovación ya se ha hecho en la
Conferencia Episcopal, con Mons, Ricardo Blázquez al frente, después de la
visita “ad límina apostolorum” de los
obispos españoles al papa Francisco, y no hay nada escrito al respecto de que
el presidente de la CEI tenga que residir en Madrid, pues la Conferencia
Episcopal bien se puede presidir desde Valladolid, una diócesis más tranquila
que Madrid, como fue dirigida desde Oviedo por Mons. Gabino Díaz Merchán.
En todo
caso, la sustitución del cardenal Rouco Varela vendría por el cardenal Antonio
Cañizares Llovera, actual prefecto de la Congregación para el Culto Divino, valenciano
de Utiel, de 69 años, y que muy a menudo viene por España y por sus tierras
valencianas. Nunca ha manifestado su preferencia por ocupar la sede de
Barcelona, aunque la conoce bien. Además, no habla el catalán, aunque lo
entiende, dificultad esta importante para ocupar la archidiócesis de Barcelona.
En
cuanto al cardenal Martínez Sistach, su buena salud no hace presagiar un cambio
inminente, como él mismo declaró a la emisora de la Generalitat, Catalunya
Ràdio, el domingo día 4, porque tiene pendiente la celebración del Congreso
sobre la Evangelización en las grandes ciudades, que se celebrará en la segunda
mitad de mayo en Barcelona –donde asistirán cardenales y arzobispos de estas
ciudades del mundo—y que concluirá en Roma el 27 de noviembre, con una
audiencia con el papa Francisco, que ya está en la agenda papal. El papa
Francisco, que es y ha sido obispo de una gran ciudad como Buenos Aires y ahora
Roma, tiene mucho interés en este congreso. Por otro lado hay que señalar que
su antecesor, el cardenal Ricardo María Carles, fallecido recientemente, estuvo
tres años al frente de la archidiócesis después de cumplir los 75 años
reglamentarios.
En otro
orden de cosas, en Barcelona se da un factor político conocido, como es el
fenómeno del nacionalismo y del independentismo, que ya se hizo presente en los
años sesenta con el lema de “volem bisbes
catalans”. Descartado pues el cardenal Cañizares, lo que se espera, según
mis fuentes romanas, es que algún arzobispo (hay dos: Jaume Pujol de Tarragona y
Joan Enric Vives de la Seu d’Urgell) u
obispo de los actualmente titulares de diócesis catalanas y con experiencia
ocupe la cátedra de san Paciano, de Barcelona. Y como el papa Francisco es
jesuita, no olvidará el consejo que el fundador san Ignacio de Loyola dijo a
los aspirantes a la Compañía como consejo espiritual: “No hacer mudanzas en
épocas de tribulación”. No son estos los mejores momentos para hacer cambios en
Barcelona y tal vez se retrase uno a dos años.
Algún
medio de comunicación independentista ha dicho que el sustituto de Martínez
Sistach debería tener una “sensibilidad soberanista”. Ya se ve que todos
arriman el ascua a su sardina. Personalmente pienso que el cardenal de
Barcelona debería preocuparse menos de los mentideros sobre su sustitución,
pues si no tuviera la edad que tiene nadie hablaría de ello, y mientras esté al
frente de Barcelona los medios de comunicación seguirán dándole vueltas a su
sucesión, unos para influir, otros para intoxicar, y otros para desviar la
atención de la opinión pública hacia otros lares.
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