Ucrania y el independentismo catalán

Por Salvador Aragonés

Doctor en Periodismo y profesor emérito de la UIC

               La internacionalización del conflicto catalán empujado por Artur Mas y sus consejeros más próximos, pasa por momentos complicados, a causa de los conflictos de Ucrania y de Oriente Medio. Artur Mas lanzó su ofensiva en un momento tranquilo de la situación internacional, pues los 32 conflictos que había en el mundo estaban lejos de Europa, salvo el de Oriente Medio.

               Artur Mas tenía dos apoyos o promesas de apoyos importantes: los del Estado de Israel, donde Mas cumplió una visita oficial el pasado mes de noviembre de carácter político e institucional, y los Estados Unidos, que siempre han jugado a lo que mejor les interesaba en casa momento. Estados Unidos nunca ha mostrado un gran afecto por Europa y menos por el Euro, y la crisis económica y de las instituciones europeas favorece a Washington. Estos son los hechos, aunque las palabras oficiales digan otra cosa.

               En el caso de Estados Unidos, el conflicto catalán representa una oportunidad más para debilitar Europa. Sin embargo, no olvida que las bases americanas para el control del Mediterráneo están en Cádiz y en consecuencia no puede dar la espalda a España. Artur Mas, siguiendo la línea de Jordi Pujol, se ha inclinado claramente a favor de la causa israelí en Oriente Medio, lo que ha gustado al gobierno de Tel Aviv. Sin embargo, el reconocimiento de la nacionalidad española a los judíos sefardíes  --los expulsados de España en época de los Reyes Católicos-- ha hecho que el pueblo judío esté agradecido a España. En consecuencia, Artur Mas ya no puede contar con la baza de Israel que le llevaba a Estados Unidos, para construir un estado catalán e independiente.

               La situación más cruda está en Ucrania, país eslavo y que baña sus tierras en el Mediterráneo donde Rusia no puede dejar escapar Crimea que le asegura una cómoda salida al Mediterráneo. El conflicto de Ucrania tiene una enorme repercusión geoestratégica para Rusia y como consecuencia para Europa y los Estados Unidos. De ahí que Estados Unidos quiere reforzar sus lazos con los estados del continente, especialmente con Alemania, Polonia, Italia, Francia y España, además de Turquía, cuyos ejércitos están encuadrados dentro de la OTAN.

               Una posible escisión de Catalunya perjudicaría a la OTAN en el caso de Ucrania, dado que Catalunya quedaría fuera del Pacto Atlántico y además carece de ejército, de armas y de geografía para influir en un posible conflicto en Ucrania y en Oriente Medio. Durante los últimos meses Artur Mas ha pasado muchas horas recibiendo periodistas de países europeos para informarles de su hoja de ruta, y decir que España ahoga financieramente a Catalunya y que “no nos dejan votar” el “derecho a decir el futuro de Catalunya”, con toda la literatura que esto ha comportado y comporta en el marco de los medios de comunicación catalanes. El 9 de noviembre, fecha fijada por la consulta o referéndum de autodeterminación catalán, se acerca y los vientos en el exterior no son favorables. Mas navega con viento contrario. El conflicto de Ucrania no parece que vaya a durar poco.

               El president Artur Mas, pródigo en declaraciones a diarios europeos, los estados vecinos saben que en realidad  defiende un pan catalanismo, no ya en España, sino en Italia y en Francia principalmente, y está bien relacionado con los partidos secesionistas de Europa como Bélgica y Gran Bretaña (la que traicionó a Catalunya en 1714). En los países limítrofes la Generalitat  apoya a los partidos políticos que defienden la lengua catalana (en Italia en algunos pueblos de la Cerdeña, como Alghero ).  En Catalunya en todas las ciudades y pueblos –políticamente controlados hasta la pasada legislatura muy mayoritariamente por el partido socialista (PSC-PSOE)—no falta una calle principal o plaza con el nombre de “Països Catalans”, es decir la unión entre Valencia, Baleares,  y la Franja de Ponent, enclave territorial situado en Aragón, con Catalunya. Alcaldes socialistas que no hablaban catalán pusieron el nombre de Països Catalans, en sustitución de denominaciones franquistas.