Por
Salvador Aragonés
Doctor
en Periodismo y profesor Emérito de la UIC
Mas
ha cumplido su amenaza de ir al “choque de trenes” en caso de no llegar a un
acuerdo sobre el Pacto Fiscal que propuso al Gobierno hace dos años. El jueves 12
de diciembre fue anunciada la fecha del referéndum y las dos preguntas que se
escribirán en la papeleta del voto, si hay votación. El acuerdo se fraguó en el
puente de la Constitución. Ganó Esquerra Republicana (ERC) que en este caso
tenía la sartén por el mango porque había anunciado que no apoyaría los
Presupuestos de la Generalitat del 2014. Junqueras no enseñó la llave en
público, como hizo Carod-Rovira, pero la tenía. El 2013 ya no hubo presupuestos
(Esquerra no quiso), en el primer año de la actual legislatura catalana. Dejar
sin presupuestos un segundo año era prácticamente conducir a Catalunya a nuevas
elecciones por la incapacidad de Artur Mas de llegar a acuerdos con alguno de
los tres con los que sumaba una mayoría parlamentaria (teóricamente podía haber
llegado a acuerdos con el PSC y el PP, además de con Esquerra Republicana,
partido abiertamente independentista).
Artur Mas y su equipo, tras perder 12 escaños en su
propuesta electoral soberanista (independentista), decidió asociarse solamente
con ERC tras amenazar con el choque de trenes. La condición “sine qua non” para ERC era que en 2014
se convocara un referéndum sobre la independencia de Catalunya. Con este
acuerdo acababa de morir el nacionalismo y pasar al soberanismo, un
circunloquio para decir independentismo. Hoy la palabra “nacionalista” aparece en
la política catalana como un calificativo “light”, descafeinado, sin fuerza
política. El nacionalismo ha pasado a llamarse soberanismo. Adiós, pues, al
nacionalismo de Convergència (CDC), el partido ahora es “soberanista”, es decir
partidarios de un Estado independiente: si se votan las dos preguntas CDC y ERC
están por el Sí, Sí[i][1],
mientras que Unió Democràtica (el socio de CDC en CiU)prefiere el Sí, No , por ser confederal, lo
mismo que Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), que también están por el Sí, NO, lo que significa que por
el Sí, SÍ sólo están CDC, ERC y CUP,
que en la actual composición del Parlament suman (36+21+3) 58 votos de los 135
escaños, o sea que no llegan ni a la mayoría simple que es de 68 votos. Los partidos PSC, PP y Ciutadan,s votarán solo
“no” a la primera pregunta o no irán a votar. Ciutadan,s ha dicho que no quiere
participar en una consulta ilegal.
Otra cosa es el activismo en las redes sociales, la
ANC de Carme Forcadell, o el independentismo de Muriel Casals, presidenta del
Institut d’Estudis Catalans, y la propaganda permanente que hace TV-3, como se
vio la noche en que se aprobó la pegunta y la fecha. La Vanguardia, diario de
Barcelona e importante institución de la sociedad civil catalana, que se había
inclinado hacia el soberanismo, está dando marcha atrás, llegando incluso al
cambio de director el 17 de diciembre en pleno “imbroglio” catalán, parafraseando
al diario francés “Le Monde”.
Artur Mas ha entrado de lleno al trapo, no se ha
arrugado, como no se arrugó del lehendakari Juan José Ibarretxe, que fue
anulado por las Cortes Españolas y finalmente tuvo que convocar elecciones al
tiempo que renunció a su actividad política. Artur Mas tiene las Cortes en
contra, en ellas los dos mayores partidos PP y PSOE, elegidas democráticamente
con el aval internacional de la Unión Europea, la ONU, la Nato y otros
organismos internacionales. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van
Rampuy dijo hace solo unos días que SI Catalunya se separa no sería un estado
miembro. Los independentistas catalanes tratan con mimo especial a los
corresponsales extranjeros y leen con fruición todo lo que viene de fuera, en
cualquier lengua. Pero en la crisis actual las diplomacias no están por
secesionismos, no fuera que llegaran en propia casa.
Lo sorprendente es que hasta ahora, la llamada
“sociedad civil catalana”, es decir la burguesía, los poderes fácticos
catalanes, no se han pronunciado abiertamente sobre el tema, salvo personajes
singulares, pero no corporativamente. Y deben pronunciarse ante un hecho tan
trascendente. En cuanto a la Iglesia los obispos que conforman la conferencia
episcopal catalana no se pronunciarán en ningún sentido, porque consideran que
las opciones planteadas con afectan a la fe y moral cristianas. Hasta ahora
solo lo ha hecho el abad de Montserrat, Josep Maria Solé, que en Catalunya solo
tiene jurisdicción en el cenobio benedictino de Montserrat.
Muchos me han preguntado: ¿y ahora qué pasará? Faltan
once meses, que en política es mucho tiempo. El Gobierno y la oposición en
España se han puesto de acuerdo: cerrar cualquier puerta, ventana o resquicio
contra el independentismo, tanto vasco como catalán. El tema será propuesto en
el Congreso y el Senado, cuyo resultado está ya claro hoy con el 90 por ciento
de los votos. A partir de ahí, la legalidad está asegurada por parte española,
y los partidos catalanes que quieran la independencia tendrán que optar entre
hacer una consulta ilegal, es decir unilateral, o llamar a los catalanes a las
urnas, en unas elecciones anticipadas, lo que podrá ocurrir muy probablemente a
principios de 2015. En este tiempo habrá habido una fuerte tensión dialéctica
en Catalunya, con manifestaciones, proclamas, probable marcha sobre Bruselas,
etc.
El momento que vivimos –salvando mucho las
diferencias, pues ahora es un tema muy serio—es muy parecido el clima que vivía
el catalanismo político, a favor de los “bisbes catalans”. Se publicó en Francia
un libro que guardo, titulado “Le Vatican
et la Catalogne”, donde estaban los manifiestos enviados al Vaticano y al
papa Pablo VI , así como al “Episcopado Católico del Mundo”. Decían que
Catalunya es distinta de España. Los
nombres siguen ahí. Daré unos cuantos:
Jordi Pujol (en el libro dice Georges Pujol), Narcís Serra, Miquel Roca i
Junyent, Albert Manent, Ernest Lluch, Oriol Bohigas, Maria Aurèlia
Capmany, Josep Benet, Francesc
Cabana, Josep Porter-Moix, Josep Miracle, Ferran Soldevila
(historiador), Oriol Martorell, Alexandre Pedrós, Rafael Pradas y Josep Maria
Castellet, entre otros muchos. Todos ellos firmaban como escritores de “Serra
d’Or” del Monestir de Montserrat· Corría el año 1967, hace casi 50 años. Estaba
la dictadura de Franco, y el pueblo español pedía libertad, democracia y amnistía, y en Catalunya y el
País Vasco se pedía además autonomía. Eran
otros tiempos.
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