Por Salvador Aragonés
Doctor en Periodismo y profesor emérito
de la UIC
El papa Francisco ha cambiado muchas de las formas hasta ahora al uso en
Roma, por su lenguaje, por sus mensajes siempre atrevidos y siempre positivos,
a la ofensiva, sus amonestaciones a los sacerdotes-funcionarios, a los propios
obispos, a las religiosas, a la Curia Romana. Hay que ir a la periferia, ha
dicho a los sacerdotes y laicos, hay que ir no solo con piel de oveja, sino
“oler a oveja”: hay que vivir la pobreza, los sacerdotes deben ir a evangelizar
en la periferia y no esperar que les vengan a casa, la parroquia no debe ser un
centro de servicios religiosos, los obispos tristes no atraen a nadie, y
algunas religiosas parecen “solteronas”. Su gran afecto por la juventud a la
que pidió que armen “lío”, la apuesta por una liturgia donde se mezcla el
gregoriano con el Góspel, música salida de las comunidades negras metodistas de
los Estados Unidos. Las reformas del papa Francisco no pasan solamente por las
formas externas, como no llevar zapatos rojos, o vivir en la Hostería de Santa
Marta en lugar del apartamento papal, o usar coches utilitarios e ir con Papamóvil
descubierto.
El papa Francisco prepara
una reforma de la Curia Romana, porque considera, igual que muchos cardenales y
obispos, que debe estar al servicio de la Iglesia universal y no al revés. El
poder de un Papa está en el servicio a los demás, dijo en su toma de posesión.
Lo mismo vale para los organismos de la Curia de Roma: o están para servir a
toda la Iglesia o están haciendo un flaco servicio a esta.
Hasta ahora se han
promulgado dos reformas de la Curia, una por parte de Pablo VI después del
Concilio, la Regimini Ecclesiae Universae
y otra de Juan Pablo II, la Pastor bonus. El papa Francisco ya
anunció que a los nuncios les falta práctica pastoral antes de ejercer su papel de representantes de la Santa
Sede. También quiere acometer la reforma del IOR o banco del vaticano, cuya
misma existencia cuestionó. El papel de la mujer en la Iglesia que puede
ocupar cargos de responsabilidad en la propia Curia, sin necesidad de ser
sacerdotes, porque esta es una cuestión cerrada, como ha dicho. ¿No podría
dirigir una mujer el banco del Vaticano o tener determinados puestos de alta
responsabilidad en la Curia Romana?
Está claro que el papa
Francisco es un hombre de acción y de gobierno, que contrasta con Benedicto
XVI, pero con quien coincide en su doctrina como lo demuestra la publicación de
la encíclica “Lumen fidei”, escrita “a
cuatro manos”, cerrando la trilogía de Benedicto XVI de las tres encíclicas
sobre las tres virtudes teologales: la Fe (Lumen
fidei), la Esperanza (Spe salvi)
y la Caridad (Deus caritas es, Dios
es amor).
El papa Francisco, ama lo
positivo, y no se ha pronunciado, al menos hasta ahora, sobre los temas de
moral sexual de los que no pocos esperan cambios, pero que en este tema está ya
dicho casi todo en el Catecismo de la Iglesia Católica promulgado en 1992, como que ser
gay no es ningún pecado pero sí formar parte del loby gay.
La mayor novedad del papa Francisco
ha sido abrir una reflexión, tal vez en un Sínodo mundial de Obispos, sobre la
revisión de las nulidades canónicas de los matrimonios, de modo que quienes se
han casado en segundas nupcias puedan revisar y anular su primer matrimonio
y poder recibir la Sagrada Comunión. No sería la aceptación del divorcio entre
católicos, sino proceder a la revisión de la aplicación del Derecho Canónico y
conceder la nulidad del primero en casos que hasta ahora no se contemplaban, a
la manera como lo hacen las iglesias ortodoxas.
En un mundo sexualizado, al
papa Francisco le interesa destacar los aspectos positivos de la moral sexual,
y no los negativos. Aspectos positivos como vivir la pureza, la entrega a Dios
en la vida consagrada o en el matrimonio, dando por hecho que en su globalidad
la moral sexual se enmarca en las disposiciones del Catecismo de la Iglesia
Católica, incluso para los gays que no los rechaza ni excluye en absoluto y
pide que sean tratados con afecto por los creyentes.
Los cambios en la Curia
están previstos para el próximo otoño-invierno. Estos cambios comportarán remover
también las mentalidades e influirán en las iglesias particulares y nacionales,
diócesis y conferencias episcopales, de todo el mundo. La comisión de
cardenales encargada de elaborar un informe sobre la reforma de la Curia deberá
entregar al papa Francisco el próximo mes de octubre.
Los cambios en
España
En lo que respecta a
España, el papa Francisco deberá tomar en los próximos meses medidas de gran
importancia para la vida de la Iglesia en nuestro país, afrontando dos cambios
de singular importancia: la sustitución por motivos de edad del Cardenal Antonio
María Rouco Varela, de 77 años, arzobispo de Madrid y presidente de la
Conferencia Episcopal Española, cuyo mandato expira el próximo mes de marzo, y
el cardenal Lluís Martínez-Sistach, arzobispo de Barcelona.
Los dos cardenales han
presentado ya su renuncia a los respectivos cargos de gobierno de sus diócesis
al haber cumplido los 75 años de edad, que es el límite establecido por el
derecho de la Iglesia católica. Según se ha comentado en el Vaticano, la
renuncia del cardenal Rouco Varela será aceptada en cuanto termine su mandato
como presidente de la Conferencia Episcopal, que será en marzo del año próximo,
lo que comportará un cambio en la cúpula de la Iglesia española, que deberá
tener en cuenta los nuevos aires que se registran en Roma.
Sobre el cardenal
Martínez-Sistach, que el próximo mes de septiembre cumplirá 76 años, es posible
que se le prorrogue uno o dos años más dado que su estado de salud es excelente,
según se costumbre establecida hasta ahora, pero no sabemos cuál es el
pensamiento del papa Francisco al respecto, pues él mismo tiene ya 76 años.
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