No son pocos los que coinciden que la abdicación del
Rey debería producirse este año 2013 en que la crisis económica parece haber
tocado fondo y no hay contiendas electorales. Pero el Rey no quiere dejar
el trono en estos momentos en que más baja ha estado la popularidad del
monarca, suspendiendo incluso en la encuesta del CIS. Solamente dos personas se
salvan con nota de la mala imagen de la monarquía. La Reina Sofía, que siempre
ha estado donde tenía que estar y ha cumplido “como una gran profesional”
(palabras del Rey) su papel de reina, esposa, madre y abuela, y el Príncipe
Felipe al que se le ve cada vez más puesto en su cargo y que según el Rey es
“el Príncipe de Asturias mejor preparado de la historia”.
¿Dónde está el problema? En el Rey, quien tras 37 años de reinado, no está
dispuesto a abdicar y que a pesar de andar con muletas e ir de hospital en
hospital, dice que ”me encuentro divinamente” y con “ilusión” para continuar su
tarea, a sus 75 años. El día de la Pascua Militar la imagen del Rey con muletas
y la entrevista del viernes por la noche con Jesús Hermida, daban pocas dudas:
el rey ya no está a la altura de sus fuerzas físicas de poder seguir llevando
el timón del Estado. Entre los años 2011 y 2012 el Rey ha sufrido una operación
en su rodilla izquierda, fue intervenido en el tendón de Aquiles, y finalmente
fue operado de una fractura de cadera ocurrida en Botsuana de la que no se
acaba de reponer. Asimismo fue intervenido por un enfisema (tumor) pulmonar en
Barcelona.
Junto a esta situación de debilidad física, cabe destacar los problemas del Rey
con su yerno Urdangarín, el problema más grave de todos. Lo “apartó” de la Casa
del Rey, pero reapareció poco después y lo visitó en la clínica el pasado mes
de diciembre. Urdangarín está imputado por la justicia a causa de sus turbios
negocios. En abril se descubre que el Rey cazaba elefantes en Botsuana, en
plena crisis económica española, relacionándose con la “jet set” mundial, al
tiempo que pide a los empresario que “arrimen el hombro ante la crisis”. De
poco ha servido que pidiera disculpas. Algunos hablarán de su prestigio en
Latinoamérica, porque cayó bien en España la frase al presidente venezolano
Chavez “¡por qué no te callas!”, pero no gustó en otros países americanos y hoy
vivimos la debilidad española en la zona con las nacionalizaciones de nuestras
empresas.
Los problemas sentimentales
El Rey dejó de ser intocable para el mundo de la prensa tras el accidente en
Botsuana y empezó a airearse su relación sentimental con la alemana Corinna Sayn-Wittgenstein –no
era la primera amante del Rey—con el agravante en esta ocasión que ha sido
humillada la Reina Sofía que se ha comportado siempre con gran dignidad, y que
la señora Corinna Sayn-Wittgenstein aparece como un personaje más de la Corte
Real, que hace y deshace, teniendo la Reina que sufrir desplantes del Rey y
siendo ninguneada, como ocurrió en la entrevista con Jesús Hermida. ¿Dónde está
aquella frase “A la Reina y a mí nos llena de orgullo y satisfacción…”? Ya no
la pronuncia: la Reina solo aparece en actos oficiales, y es como un objeto
decorativo.
Junto a todo eso, y como ya dijimos en un artículo anterior, después de 34 años
de haberse aprobado la Constitución, todavía no se ha desarrollado la Ley
Orgánica sobre la monarquía que establezca el papel del Príncipe de Asturias en
ausencia del Rey, y regulara también las funciones y protocolos del Rey tras su
abdicación, entre otras cosas. En la Constitución el Rey está por encima del
bien y del mal, no se le puede imputar en nada, pero en cambio el Príncipe de
Asturias es menos que un diputado porque no es ni aforado.
Vertebrar el Estado
La única frase de con tenido político que dijo el rey
en la entrevista con Hermida es que hacía falta “vertebrar el estado”, es decir
una reforma constitucional que contemple una nueva estructura del estado, donde
haya un reparto más justo de las cargas fiscales, se supriman muchos organismos
que solo han servido para enchufar clientelas familiares y políticas, y para
que no sea solo la mitad de la población la que produce para la otra mitad que
consume y que no están en la economía productiva (tres millones de
funcionarios, nueve millones de pensionistas, cinco millones de parados, etc.).
Para llevar a cabo esta reforma se necesita que en la Jefatura del Estado haya
un Rey con prestigio y autoridad, limpio de polvo y paja, y la “auctoritas”
se obtiene con el prestigio personal y no con títulos. De la misma manera que
hay “autoridades” en las distintas materias (ciencia, tecnología, medicina,
cultura, etc.) el Rey ha de ser una “autoridad” en política de Estado y limpio
en su vida privada y pública, pues una monarquía hoy ya no es como en el Siglo
XX, en que se pasaban por alto determinadas acciones reales. Hoy las
monarquías, y la española entre ellas, son miradas con lupa, y el pueblo exige
de ellas que sean ejemplares en todo, en sus negocios, en su vida familiar, y
en su vida personal, y deberían tomar nota quienes quieran conservar cara al
futuro esta institución tan antigua. Los nuevos fichajes de Zarzuela, Rafael
Spottorno y Javier Ayuso, ya pueden espabilar. La Monarquía de España se juega
la segunda restauración: la primera fue con la subida al trono de Alfonso XII
tras la abdicación de Isabel II, y la segunda la “reinstauración” de Juan
Carlos I después de una República, una sangrienta guerra civil y 40 años de
dictadura.
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