Ha nacido ya la “Declaración de soberanía del pueblo
catalán”, consecuencia de un acuerdo bilateral entre Convergència i Unió y
Esquerra Republicana de Catalunya, con sorpresa para los demás partidos
políticos catalanes que se y han sentido marginados en la elaboración del
mismo, cocinado solo por los dos partidos soberanistas que conforman la mayoría
parlamentaria que apoya al Gobierno de la Generalitat.
El documento no se anda por las ramas. La Declaración
afirma que Catalunya quiere constituirse en un “nuevo Estado dentro del marco
europeo” y para ello se apoya en que el pueblo catalán tiene “legitimidad
democrática” y “carácter de sujeto político y jurídico soberano”. Jurídicamente esto aparece muy
pobre. A esto hay que añadir que cada vez son más las voces de personalidades
relevantes del mundo de la política, del derecho, de la economía y de la
sociedad, que manifiestan su desacuerdo con la idea de que Catalunya se
convierta en un Estado independiente de la mano de CiU y de ERC, partidos estos
que carecen de enganches internacionales y europeos suficientes (CDC pertenece
al Grupo Liberal minoritario en el Parlamento Europeo y ERC en el Grupo de Los
Verdes). Hoy aparece un artículo demoledor en La Vanguardia del “gurú” francés Alain Minc, consejero de “la
Caixa”, que califica de “Error fatal” la independencia catalana.
En los últimos meses se ha escrito y hablado mucho en
el territorio catalán sobre el soberanismo y el independentismo, sobre las
banderas, la historia, el derecho o no a la autodeterminación, si tiene o no
futuro económico la independencia, si Catalunya podrá seguir siendo Estado de
Europa aunque se desenganche de España, o que Catalunya es un país “ocupado” militarmente
por España desde el 1714, cuando tuvo lugar la Guerra de Sucesión (no de
secesión) entre los Borbones y los Habsburgo, que pretendían el trono de España.
También se cree que en Catalunya se
pagarán menos impuestos, porque habrá terminado el “expolio fiscal de España”.
CiU y ERC han tenido mayoría absoluta en todas las
legislaturas
Al terminar las elecciones autonómicas del 25 de
noviembre pasado, los nacionalistas dijeron que había sido elegido “el
Parlamento catalán más soberanista de la historia”, dato que no es cierto, y
faltó tiempo para que CiU y ERC sellaran un pacto de Gobierno con miras a un
referéndum por la independencia en 2014, después de que CiU perdiera 12
diputados a favor de ERC.
Si miramos las diez legislaturas catalanas, la suma
de escaños CiU más ERC han tenido mayoría absoluta en el Parlamento Catalán en
todas las legislaturas, menos en la primera. No hablo de votos porque el cuerpo
electoral catalán y la participación han ido cambiando en las distintas
elecciones autonómicas. Sumando los escaños de CiU más ERC, resulta que en la
primera legislatura (1980) obtuvieron 57 diputados sobre 135 (la mayoría
absoluta eran y son 68), pero Jordi Pujol pactó con ERC y el primer presidente
del Parlament fue el republicano Heribert Barrera. En la segunda legislatura (1984) CiU y ERC obtuvieron
77 diputados, en la tercera (1988) 75 diputados, en la cuarta (1992) 81
diputados, en la quinta (1995) 73 diputados, en la sexta (1999) 68 diputados,
en la séptima (2003) 69 diputados (pero Esquerra quiso hacer el tripartito y se
alió con PSC e ICV), en la octava 69 diputados (pero Esquerra reanudó el
tripartito), en la novena 72 diputados y finalmente en la décima y última
(2012) 71 diputados. O sea que siempre CiU más ERC han tenido mayoría absoluta.
Se podrá decir que en la presente legislatura están
la CUP (Candidatura de Unitat Popular), que son asamblearios de extrema
izquierda e independentistas de los PaÏsos Catalans (incluyendo Valencia,
Baleares y Aragón, más Rosellón y la Provenza francesas). También en la
anterior legislatura estaba la candidatura independentista que lideraba al
principio Joan Laporta y que sacó cuatro
diputados.
Pero por otro lado, Unió Democràtica (UDC) que lidera
Duran Lleida no es independentista –y lo acaba de reafirmar-- pues su partido
es demócrata-cristiano, con lo que hay una cuarta parte de los 50 diputados de
CiU que se encuentran incómodos con la declaración de Catalunya como un Estado
europeo independiente, entre otras razones porque Duran Lleida conoce muy bien
el panorama internacional y ve imposible una independencia, sobre todo si se
hace “contra” España.
Entonces, al margen de muchas otras consideraciones, ¿Dónde
está esta gran mayoría sobreranista que se dice del Parlament de Catalunya, hoy?
¿Qué es lo que ha cambiado? Ha cambiado CiU, pues Artur Mas, creo que agobiado
por los problemas económicos y las deudas de la Generalitat, vio que la salida
mejor para Catalunya sería la independencia.
Pidió al principio un Pacto Fiscal, sucedáneo del Concierto Económico que
tienen vascos y navarros, el cual no fue aceptado ni por el PP ni por el PSOE
al considerar que es anticonstitucional. Entonces, Artur Mas rompió la
legislatura por la mitad y presentó un programa soberanista-independentista,
como esta formación no había hecho nunca hasta ahora. CiU había representado el
nacionalismo moderado, pactista, representante de los intereses de la burguesía
alta y media de Catalunya, de los empleados y de los comerciantes.
Por otro lado, para conseguir un
referéndum catalán, hay una Ley de Consultas Populares aprobada por el
Parlament durante el tripartido, en 2010, que está recurrida ante el Tribunal Constitucional,
pero que exigiría para un referéndum los dos tercios del Parlament (90
diputados), que aparece complicado alcanzar.
En definitiva, Artur Mas se ha metido en un buen lío.
Ahora deberá entrevistarse con el Rey --porque es protocolario-- después de que
tapara su retrato con una cortina negra el día de su toma de posesión en el Palau
de la Generalitat. Y también se entrevistará con Rajoy. Esperemos que el seny y el diálogo prevalezcan sin añadir
nuevos problemas a los que ya existen.
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