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El « Manifiesto de los 300 » : ¿Es la izquierda española federalista?



            El fuerte auge del independentismo catalán ha conseguido mover pieza fuera de Catalunya: 300 hombres de cultura, o intelectuales como se dice, de una línea de centro-izquierda, y pertenecientes a toda España, han escrito un “Manifiesto” en el que se pronuncian contra la independencia y a favor de una España Federal. El “Manifiesto” fue publicado el domingo en el diario laicista y de centro-izquierda “El País”.
                Lo más sorprendente de este “Manifiesto” es que propugnan una España federal, lo que nunca se hubiera producido sin la gran manifestación del 11 de Septiembre pasado en Barcelona. Hay que preguntarse, sin embargo, si la izquierda española es federal, o si se trata de un recurso para parar el independentismo catalán.
                En España el federalismo ha tenido mala prensa, tal vez por el nefasto ensayo del federalismo que tuvo lugar en la primera República Española, en 1873, bajo los gobiernos de Francisco Pi y Margall, y de Nicolás Salmerón tras la extraña fuga de Estanislao Figueras, presidente del Gobierno, a Francia harto de las intrigas y enfrentamientos entre los diputados, especialmente con Pi y Margall. Figueras se fue de la presidencia del Gobierno tras dejar una nota en su despacho dimitiendo, y huyó a Francia, sin decir nada a nadie.  Es famosa la frase de Figueras tres días antes de su fuga, ante los ministros de su Gobierno. Dijo en catalán: “Senyors, ja no aguanto més. Vaig a ser-los franc: estic fins als collons de tots nosaltres!». Unas semanas antes había fallecido su esposa.
                La experiencia federalista de Pi y Margall duró unos meses, hasta que acabó con la dictadura de Emilio Castelar, el cual a su vez terminó con la República al cabo de un año, a causa del levantamiento del general Martínez Campos en Sagunto, lo que supuso la restauración monárquica borbónica en Alfonso XII. Pi y Margall, además de federalista, era un hombre de izquierdas, con una fuerte incidencia en lo social, como quedó plasmado en la segunda Constitución Federal de 1873, que no llegó a promulgarse igual que la primera, ante el caos existente en el país, con el cantonalismo, las guerras carlistas, la indisciplina en el Ejército, la crisis de Cuba y la fuerte deuda que España tenía y que no podía pagar, cuando su vencimiento era inmediato. De todas maneras se puede decir que Pi y Margall fue un político honesto y el único presidente de un gobierno realmente de izquierdas en España en el Siglo XIX. El federalismo de Pi y Margall tuvo su caldo de cultivo en políticos e intelectuales catalanes de la época como Valentí Almirall.
                Como han comentado muchos historiadores, entre ellos Ferran Soldevila en su Historia de España, el federalismo y la república no fueron viables en el Siglo XIX, porque lo habían propuesto políticos sin experiencia de gobierno, y porque se quiso hacer un federalismo sin federalistas. El federalismo quedó muy desprestigiado pues terminó con un cantonalismo y un caos generalizado, y prácticamente desde entonces no ha levantado cabeza como forma de Estado. Hacer el Estado desde arriba, como un producto intelectual, son contar con el fervor del pueblo es imposible. Otro pequeño intento federal se hizo con la II República, pero sin prosperar.
                Ahora parece que hay un rebrote del federalismo, y el PSC lo ha puesto en su programa, con el apoyo del principal dirigente del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Sin embargo, lo mismo que el “Manifiesto” del domingo, es un federalismo que nace deprisa y corriendo para contrarrestar el independentismo, y por lo tanto parece más una conversión de última hora a modo de remedio de un mal (el nacionalismo independentista), que un sentimiento popular de adhesión a esta fórmula de organizarse el Estado.  
                Personalmente pensé que Barcelona debía celebrar un homenaje a Francisco Pi y Margall, con motivo del centenario de su muerte (1901), pues fue con Figueras el político catalán presidente de un gobierno español --además del genral Juan Prim que trajo la monarquía de Amadeo de Saboya--, diputado por Barcelona durante la Revolución de Septiembre, más conocida como “La Gloriosa” (1868-1875), y honesto y ferviente partidario de la República Federal. Lo propuse a algunos amigos socialistas e incluso al Col.legi de Periodistes, y me rechazaron el homenaje, porque el federalismo “ven de poco y no está de moda”. También los nacionalistas rechazaron homenajear a Pi y Margall porque –dijeron—ellos no son federalistas, porque “esto significa café para todos, que todos somos iguales”.
                De todas formas, el fuerte avance del independentismo catalán --aunque según Duran Lleida no es una propuesta que sería aceptada por la mayoría del pueblo catalán—ha conseguido mover propuestas que vienen a reconocer que el Estado de las Autonomías está en crisis, y  que no vale resolver el problema con solo paños calientes.
                En consecuencia, el federalismo español, al igual que ocurrió en el Siglo XIX, solo puede nacer en Catalunya, pero entonces igual que ahora no parece enraizado en el pueblo que poco sabe lo que es un Estado Federal y las diferencias que hay entre un estado federal y otro, o lo que es un Estado Confederal, como piden los de Unió Democràtica y pedían también los federalistas del Siglo XIX, imitando a Suiza, a la Confederación Helvética.
                Desde nuestra opinión, el federalismo recién propuesto por la izquierda socialista no ha calado todavía en la sociedad española, aunque todos estos movimientos no hacen más que apuntar a un objetivo político: la necesaria reforma de la Constitución y ver que hoy el Estado de las Autonomías está en crisis, ya sea por defecto de autonomía o por exceso de la misma de  quienes han utilizado esta para endeudarse hasta el cuello. El federalismo hoy no es como el Siglo XIX, pues se parte ya de un Estado de las Autonomías, base articuladora de los Estados Federales.  Además, hoy para ser federal no es necesario ser republicano y anticlerical como lo fue Pi y Margall. 

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