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El parlamento catalán vota desconectarse del Estado español



El Parlament de Catalunya votado una resolución por la que quiere iniciar el proceso hacia la independencia, mediante un referéndum unilateral, la elaboración de una constitución para la república catalana, y la desconexión con las leyes del Estado español.

Del total de 135 diputados, han votado a favor 72 (Junts pel Sí –Esquerra Republicana y Convergència) y la CUP (partido antisistema) y 11 en contra (Catalunya Sí que es Pot, la rama catalana de Podemos). 

No han querido votar los partidos constitucionalistas: partido socialista, PP y Ciudadanos (los dos últimos se han ausentado del Pleno en el momento de la votación).

En un pleno un tanto rocambolesco, la Mesa ha decidido desoír la sentencia del Tribunal Constitucional que rechazó la resolución del pasado noviembre por la que declaraba contraria a la Constitución la resolución de desconexión de España del Parlament. Ahora esta cámara ha querido desarrollar esta “desconexión” al aprobar las conclusiones de una comisión sobre el Proceso Constituyente de Catalunya hacia una república independiente.

Este “proceso” contempla la celebración de un referéndum unilateral de independencia (RUI), al no ser posible un referéndum pactado, al tiempo que se creará una llamada “Asamblea Constituyente” –no se especifican los mecanismos de elección—la cual será soberana, “dispondrá de plenos poderes”,  dice el texto, y sus decisiones no responderán a ningún control político ni jurídico, y “serán de cumplimiento para el resto de los poderes públicos, personas físicas y jurídicas. Ninguna de sus decisiones será susceptible de control, suspensión o impugnación por ningún otro poder, juzgado o tribunal”. Es lo que llaman “la vía catalana”.

Los poderes de esta Asamblea han causado alarma entre los partidos de la oposición, dado que carecerá de cualquier control democrático. Esta asamblea además deberá redactar una constitución que será sometida a referéndum. 

Ciudadanos (Inés Arrimadas) dijo que era un “día triste” y que la estructura constituyente es dictatorial, y la resolución ilegal. Iceta (PSC) habló de un claro “enfrentamiento institucional”, y recalcó la ilegalidad del proceso, porque según el Estatuto vigente, “todo lo que hace el Parlamento ha debe hacerlo de acuerdo con la Constitución y el Estatut”. Si para derogar el Estatut se necesitan 90 diputados, ¿cómo se quiere eliminarlo con solo 72? Es una clara ilegalidad.

Un baño de realismo lo dio el portavoz de Catalunya Sí que es Pot, Joan Coscubiela, cuando dijo que este documento solo sirve para que la CUP dé su voto favorable a la moción de confianza que ha planteado el President, Carles Puigdemont, el próximo 28 de septiembre. Para el PP, Xavier García Albiol dijo que el President y el Vicepresident, Oriol Junqueras, “lo van a pagar caro” una expresión que pareció un poco de matonismo, pues no la matizó.

Desde Junts pel Sí, Marta Rovira (ERC) cantó las excelencias y bondades de una independencia, donde todo se cumpliría, como el corredor ferroviario del Mediterráneo, las pensiones aseguradas, los parados con trabajo, la sanidad y la enseñanza una delicia, y así sucesivamente.

Previamente, tres miembros de la Mesa del Parlament (de Ciudadanos, del PSC y de Catalunya Sí que es Pot --el PP no tiene representante en la Mesa por tener pocos diputados-) se cubrieron las espaldas ante posibles represalias legales anunciando su posición contraria a que la resolución de desconexión se pusiera a votación: la Mesa estaba dividida.

¿Cuál es el significado político de esta votación? Nuevamente el Parlament de Catalunya vive anclado en una mayoría formada por Junts pel Sí (ERC y CDC) y la CUP, la cual no quiere saber nada de legalidades, sino que su democracia está “más allá” de las leyes, incluido el reglamento de la cámara. Es la mayoría independentista que surgió de las elecciones “plebiscitarias” del pasado 27 de septiembre, como quiso Artur Mas.

Esta mayoría ha sido incapaz de elegir al presidente (Artur Mas) y de aprobar unos presupuestos. El presidente de recambio, Carles Puigdemont, anunció una moción de confianza del Parlament al  no ser aprobados los presupuestos. Con la aprobación de la resolución de hoy es probable que Puigdemont salve su silla en septiembre, pero no está tan claro que salve los presupuestos. 

Nadie quiere elecciones anticipadas, dados los resultados del 26-J, y el otoño se prevé de nuevo caliente con el enfrentamiento institucional entre el Parlament y el Gobierno de Catalunya contra las instituciones del Estado.

Ahora el Tribunal Constitucional deberá actuar con resoluciones tomadas “por unanimidad”, como viene siendo la tónica de las decisiones sobre Catalunya desde el simulacro de referéndum del 9 de noviembre de 2014.

La ANC (Assemblea Nacional de Catalunya,  hasta ahora fuerza vertebradora del independentismo catalán) ya ha anunciado que para el 11-S, Diada Nacional de Catalunya, no habrá una gran manifestación, sino varias manifestaciones independentistas repartidas por distintas ciudades catalanas. Un signo de debilidad.


Mientras tanto, en Madrid sigue sin haber Gobierno, o mejor dicho siguen sin ponerse de acuerdo los partidos que pueden hacer gobierno. Nadie puede esconder que el Estado está en crisis.

¿Y el Rey que debe moderar entre las distintas instituciones? Si al final nada se arregla, también la Monarquía pagará su precio.

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